domingo, 23 de junio de 2013

...IX...

Paseamos esquivando los charcos que la lluvia ha dejado como rastro. El aire es húmedo, lo que provoca que el frío pierda consistencia. Y, a pesar de que odio este tiempo, mi rostro presenta una sonrisa alegre. La presentación ha ido genial. Encaja en el grupo totalmente y eso me hace feliz. Me he propuesto un objetivo y lo he realizado: he podido sonsacarle su historia, después de tanta intriga:
-Es… demasiado larga. No me gusta.
-Pero yo lo quiero saber y, lo que de verdad es largo es el camino a mi hotel.
-Si estamos a la mitad ya. Bueno, te lo cuento porque eres tú. De todas formas no te lo tomes muy a pecho. –Sonríe travieso mirándome de reojo, se ha relajado y saca sus manos de los bolsillos, he descubierto su seña de nerviosismo. Le devuelvo una sonrisa rápida.- Vinimos a Londres porque mi padre insistió en que estudiase política.
-Vaya, no parece entusiasmarte.
-Pues no, pero tampoco tenía una idea clara de cuál quería que fuese mi futuro. Soy más de improvisar. Así que estuve el año pasado estudiando en Cambridge.
-¿Cómo que el año pasado?
-Sí. Como has notado, no me entusiasma ni me entusiasmaba, y lo dejé. Ahora solo vagueo, -recapacita sobre su comentario y vuelve a sonreírme al igual que anteriormente,- menos en algunos temas.
Sexo. Hasta ahora solo pensaba en los sentimientos que despierta en mí. Pero es algo que no le puedo negar en una relación porque, básicamente y ahora que me paro a pensarlo, es algo que deseo completamente hacer con él. Con todo, ni si quiera nos hemos besado aún.
-Habrá que comprobarlo.
Imito su sonrisa, aunque ni en un sueño pueda ser tan deseable y perfecta como la suya. Continuamos caminando y ralentizo el paso, no quiero despedirme tan pronto a pesar de haber pasado toda la tarde con él. Pero no se puede tener todo,  llegamos. Si tanto quiero quedarme con él una cantidad de tiempo indefinida, ¿por qué no proponerle quedarse por la noche conmigo? Lo tomaría como una indirecta, o una directa, claro está. Pero acabo de darme cuenta de que hay algo que me lo impide.
-Bueno, te cogerás un taxi, ¿no?
-¿No te acompaño más?
-No hace falta, quiero que me mires el culo así que…
Me echo a reír y se une a mí. Se da la vuelta hacia la carretera esperando ver acercarse un taxi. Le doy dos toquecitos en el hombro para que al volverse, su rostro esté tan cerca del mío que localice sus labios lo antes posible.
 Un primer beso simple que dura unos segundos suficientes para grabar su tacto sedoso en mi memoria. Al separarlos, me sigo quedando a pocos centímetros de su cara rozando nuestras narices y transmitiéndole con mi mirada que llega el siguiente. Un segundo beso que comienza por un contacto de los labios, seguido de una mordida de su labio inferior y finalizado por un jugueteo de nuestras lenguas que se entrelazan y se guían solas. Analizo todo lo analizable. Terminamos ese beso y viene el siguiente, en el cual yo recibo el mordisqueo cuidadoso. Siento presiones aceleradas en mi pecho: el corazón palpita rápida e intensamente y la respiración me avisa de mi falta de aire. Y llegan más. No quiero terminar, ya sea por el gusto, por el tiempo que lo llevo deseando o por la obligación de dejarlo ir. Sus manos, lentamente, han ido descendiendo desde la espalda hasta mi cadera; las mías rodean su cuello sólido y suave y acarician su pelo fuerte. Nos separamos, al igual que él pretendo descifrar sus ojos grisáceos, pero no lo consigo.
-Qué original, darme el beso desprevenido. Has visto muchas películas.
-Tonto… Ya tardabas.
-Y me arrepiento.
-Eso espero. Aunque dejas mucho que desear.
-Te tendré que recompensar, pues.
-Genial. ¿Practicarás el morreo?
-Esta misma noche salgo y te hago ese favor.
Le golpeo suave en el hombro mientras pongo morritos de enfurruñada. Sé que es mentira, mas me aseguro de que no se cumpla.
-Me gustan tus besos.
-Lo sé. No saldré esta noche, tranquila.
-No, si no me preocupa. Teniendo me a mí…
Que mentiras más grandes digo, por favor.
-¿Te puedo mirar ya el culo?

***

Se ríe. Me aparta bruscamente y llama al taxi que casi se pasa. Aprovecho para cumplir su deseo, disfruto del susodicho que presenta todo lo esencial para ser perfecto, marcado gracias a esos pitillos ajustados. Se gira y no me preocupo por disimular.
-Muy bonito.
-Vete ya, petardo.
Miro detrás suya y veo el taxi morado y blanco. Me acerco y con un brazo le rodeo su cintura para acercarla y darle un beso como el primero.
-Adiós. Guárdame mañana tiempo para llamarte.
-Mi agenda lleva tu nombre.
- Te mereces una cita en condiciones, guapa.
-Qué será eso para ti, guapo
-Algo que no suelo hacer.

Entro en el taxi con esas últimas palabras flotando en el aire, que significan mucho. Le indico la dirección al conductor y, mientras arranca, gozo con las mismas buenas vistas de hace escasos minutos. Sí, muy bonito, como ella.
Powered By Blogger