sábado, 7 de septiembre de 2013

...XI...

Levanto las solapas del cuello del abrigo Burberry; conforme la noche se impone, el frío se hace más gélido. A unos treinta metros de mí distingo el KFC, pero me mantengo firme en la entrada del “underground” esperando a que lleguen. Cerca de mí, una pareja se despide melosamente; Natalia y la prometida cita vienen a mi memoria.
-Daniel; How much time, colleague!
-¡José Ca!
Una palmada en la cara, una colleja en la nuca. José Ca, de José Carlos, un tipo que conocimos de fiesta. Se había tomado más chupitos de los que debía y el camarero no se entendía con él; acababa de mudarse a Londres y lo único que sabía decir era “Oh, you’re hot, baby”; frase que repetía una y otra vez acariciando la mejilla del “barman”. Nos reímos de su torpeza con las mujeres que se encontraba y decidimos ayudarle por una noche; lo que acabó en una mañana de resaca en la que hacíamos todo lo posible por provocarle jaqueca.
-¿Ya has aprendido inglés, moribundo?
-Sobretodo el inglés de llevarme a casa a las tías.
-Ya veremos en año nuevo, a ver si nos vas a dar la misma noche que cuando te recogimos.
-Sería un delito –David aparece por detrás ojeando a un grupo de quinceañeras.
-Menudo asaltacunas eres, tío.
-Si no hubiese tíos como yo, las chiquillas no se estrenarían nunca –se lame los labios con la lengua-.
-Vamos a cenar ya. ¡Ostias, que hambre tengo!
-¿Queréis que hablemos en inglés y así aprendo?
Suelto un “Já” seco. Pone una mueca de decepción y nos movemos en dirección al Kentucky Fried Chicken.
-Me cansa ya eso del inglés, esta gente es lo único que sabe.
-Ya bueno, estas navidades no toca el inglés. No hace más que juntarse con españolitas…
-¿Enserio?
-En singular, mejor dicho.
-Por cierto, ¿sabes que le ha prometido una cita?
-¡Qué me dices! Pues ya sabes, vuelta en coche para darle un paseito, parada en un bar con muchos cócteles...
-La pones igual de ebria que José Ca la noche que le conocimos...
Nos reímos gracias al recuerdo.
-Y lo mejor de todo, dejadme terminar. La habitación de hotel con una cama, o un sofá o una alfombra, yo que sé.
-Tú si que tienes clase, pardillo.
-Habló el que no las vuelve a llamar, te falta salir por la ventana -suelto como defensa hacia José Carlos-.
-No me hace falta, yo tengo tías siempre que quiera sin tener que repetir.
-¡Ay! Me doy por aludido -José Carlos se pone una mano en el lado derecho de su caja torácica-.
Le arrastro su mano hacia el lado opuesto, donde realmente está el corazón. No le debe haber dolido tanto para no sentirlo en su sitio correcto.
-Bueno, José Carlos, ahora y siendo sinceros ayúdame al chiquillo que está en blanco con lo de la cita.
-Sí, porque en el fondo te hemos invitado por eso. Si no, no te sacamos de casa.
-Menos mal que poseo alguna cualidad por la que utilizarme. Pues yo me vendo, pagad me la cena.
-Ya has oído Romeo.
Saco mi billetera del bolsillo trasero del pantalón, dinero de sobra. 
-No te pongas caníbal hoy justo.
-¿Cómo que no? ¿Nunca te han enseñado a aprovechar las oportunidades que te ofrece la vida?
Sonrío y le empujo a aprovechar el turno que le ha llegado para pedir en caja, la fila ha llegado a su fin durante nuestra conversación.
Nos sentamos en una mesa del fondo para seis personas de la planta baja una vez servidos. Comemos en silencio para saborear el pollo picante.
-Lo tengo -se detiene a limpiarse con la servilleta-, llévala a tu casa a enseñarle las estrellas en tu mítico césped.
-Mira que es cursi la idea -añade David con aversión-.
Observo a los dos tíos que tengo delante: David con el pelo castaño brillante y en su sitio gracias a la gomina, ni abundante ni escasa, con sus gafas de sol esta vez con patillas  rojas y cristales claros enganchadas al cuello del jersey azul marino y conjuntando con su abrigo, la sonrisa blanca y colocada y la barba seductora; José Ca con su pelo descolocado y desteñido, su colgante playero, la sonrisa que no destaca y sin barba por miedo a no encontrar el término medio. Mi manera de pensar, fijarme en los detalles.
-Bueno, he llevado a tantas ahí.
-No me dirás ahora que te parce irrespetuoso o algo por el estilo. Ella no tiene por qué saberlo.
-Sí, en todo caso, puede ser la última si tanto te importa.
-Bueno, ya estamos. Pues las llevaré yo como se raje mi principal compañero de ligues.
-Yo puedo sustituirlo, eh.
Daniel clava su mirada en una mancha de salsa picante que ha caído durante la cena en la camiseta de nuestro tercer acompañante y se gira lentamente hacia mí al mismo tiempo que deja caer una servilleta en el abdomen de este.
-No me falles, Daniel, don´t disappoint me, buudy.

***

Abro los ojos en la oscuridad que se llena de luces que colorean a las personas de alrededor. La sala está llena; llena de gente, de música, de baile, de energía, de golpes rítmicos que hacen vibrar el corazón, la respiración. Amanda sonríe atractivamente, se deja llevar por el hombre de veinte y muchos años con una camiseta más pequeña de lo que sus músculos permiten, acepta la bebida que le ofrece y atrae con su mano libre su boca hacia la suya rápidamente a solo dos metros de mí. Es muy fácil de complacer, pero busca la buena calidad. Me giro y me encuentro con la mirada de Roberto posada en mis movimientos, me abro paso empujando con fuerza con el objetivo de llegar a la barra junto a él. Una mano me agarra el antebrazo y tira de mí provocando que me desequilibre.
-¿Has bebido mucho, no?
Es un chico guapo y moreno, de aspecto rebelde y distraído. Su pendiente me deja reconocer que es Nico.
-Me he sentido atraída por ti...
-A ver si lo recuerdas mañana –oigo su risa fuerte mientras miro al mismo punto de antes para descubrir que Roberto ya no está-.
-No se lo dirás a nadie, tu ego no necesita demostrar que está subido.
-Me gusta lo sincera que vuelve el alcohol a la gente.
-¿Dónde está Rafa?
-No lo sé. ¿Por qué?
-Tengo una misión que cumplir.
-Pues yo le busco, pero quédate aquí, Roberto me ha mandado vigilarte.
-No soy una niña.
-Sí, por eso paso de hacerle caso. Si estás de la forma en que estés, es porque has querido. Es un lema.¡Otro chupito fuerte! –Levanta un vasito verde opaco en el aire dirigiéndolo al hombre de detrás de la barra.- Te regalo un chupito, por el piropo. Pero no se lo digas a Roberto, me mataría si supiera que te pongo más pedo.
Me acaricia la barbilla antes de desvanecerse entre el tumulto de jóvenes fiesteros mientras se ríe tan maliciosamente como sólo he conocido en él. Me entregan el mismo vasito pero esta vez lleno. Me quedo embobada con el líquido que refleja algunas de las luces de la sala. Cuando una mano se apoya en mi hombro me lo trago de golpe. Es Rafa.
-Menos mal que no eres Roberto, mataría a tu gemelo guapo... -me tapo la boca con las dos manos, maldita atracción-.
-Nat, ve al grano.
-Vale, vale. ¡Qué prisas! Por casualidad, ¿no me querrás invitar a un chupito como Rafa?
-Será Nico.
-Eso. Mientras haya chupito...
-Antes de que pueda terminar levanta el vaso del que he bebido y pide que lo repitan.
-Quiero saber de qué tía está enamorado Roberto. Me duele este asunto, que no sea sincero.
La tristeza me invade y mis ojos empiezan a escocer. Rafa cede ante mis motivos, tan fácil de hacerle hablar como Amanda con los tíos.
-Te daré una pista.
-¿Solo una?
-Sí, una bastante buena. La ventaja es que no lo analizarás mucho estando como estás.
-No estoy nada.
-Bueno. El mensaje se lo envió a Estef, le contaba que le gustaba una chica.
-¿Está enamorado de Estef?
-Ya sabía yo.
Rafa me deja sola, sola con un chupito innecesario. Cuento uno, dos y a la tercera me lo trago. Me quema en la garganta e instantáneamente empieza a temblar mi visión. Unas chicas que estaban intentando conseguir gratis tequila vuelven a la pista de baile decepcionadas por su fracaso. Por el hueco que queda veo al grupo con el que he venido. Me abro paso entre los ansiosos de sexo que me quitan la ropa con la mirada.
-Menos mal, en unos cuantos metros me he sentido amenazada.
-Ven aquí -Estef da golpes a su lado en el sofá-.
Rebobino unos cuantos minutos de noche y me acuerdo del mensaje que ha nombrado Rafa y lo que conlleva. Miro mal a Estef un segundo, espero que no se haya percatado. Me apoyo en las piernas de Roberto. Estef reacciona y le reprocha con la expresión algo a Rober. Definitivamente pasa algo entre los dos.
Pero esta noche estoy demasiado bebida y lo único sencillo de entender es lo ebria que voy, y el sueño por el que me quedo dormida en brazos de mi mejor amigo en cuanto salimos por la puerta de la discoteca.

3 comentarios:

  1. Hola!
    Seré sincera, nunca me había parado a leer esta historia. Y hoy, no sé si por aburrimiento o tiempo libre, me he pasado por aquí.
    Me gusta tu forma de escribir, en primera persona. (También es mi forma de escribir).
    Sólo he leído este capítulo y, la verdad, está bastante bien. Pero tengo que recapitular y ponerme a leer desde el principio.
    Un besazo enorme!

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  2. ¡Muchas gracias por el comentario! Me alegra saber que le dedicarás un tiempo. Si te acaba enganchando puedes seguirme en twitter para estar informada @_travellerdream :)) Besos!

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  3. Sigo esperando el siguiente capitulo!!!!
    por favoooooor!!! Lo suplicoo!!!!!!
    quiero el siguiente capitulooooooo *-*
    @InesMiras

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